La capital austriaca celebra los 150 años del nacimiento del genial artista Gustav Klimt
Google
se ha unido al homenaje que Gustav Klimt recibe con motivo del 150
aniversario de su nacimiento, que se celebra este sábado, con un doodle en
el que el logo de la compañía se convierte en uno de los cuadros más hermosos y
populares del pintor austriaco, «El Beso».
Galería de imágenes: Las obras más importantes de Klimt
«Si hubo un
artista que sintetizó como nadie el cambio traumático que le supuso al hombre
contemporáneo el paso del siglo XIX al XX ese fue Gustav Klimt», afirmaba ABC en un artículo en 2006. El legado
del genial pintor austriaco ha cruzado, sin embargo, al siglo XXI en óptima
salud. Convertido en uno de los reyes del mercado del arte, desde que
Ronald Lauder pagara 106 millones de euros por el «Retrato de Adele Bloch-Bauer
I», Klimt es también el estantarte de la
ciudad del Danubio que le vio nacer hace hoy 150 años y que
tanto se escandalizó con algunas de sus obras.
Su pintura
ornamental y decorativa, con incrustaciones de oro y brillos de teselas
bizantinas, que hoy parece un canto del cisne de una belleza academicista, le
ocasionó un sinfin de sinsabores y críticas en una Viena atrapada entre la
tradición y la modernidad.
Hijo de un
grabador de oro, nació en el Baumgarten, cerca de Viena en Austria-Hungría. Era
el segundo de siete hijos, cuatro mujeres y tres varones que pronto mostraron
su talento artístico: Gustav, Ernst y Georg. Klimt vivió en la pobreza para la
mayor parte de su infancia.
En 1876
recibió una beca para estudiar en la Escuela de Viena de Artes y Oficios de
Viena (Kunstgewerbeschule). Eran los años en los que triunfaba Hans Makart y
sus primeros trabajos se pueden considerar académicos. Un año después se
inscribiría en la escuela su hermano Ernst, que se convertiría en un grabador.
Los dos hermanos junto a su amigo Franz Matsch comenzaron a trabajar juntos. La
carrera profesional de Klimt comenzó pintando murales y techos interiores en
grandes edificios públicos de la Ringstrasse, incluyendo una exitosa serie de
«alegorías y emblemas», según recoge la web del Museo Klimt.
«Retrato de
Adele Bloch-Bauer I»
En 1888,
Klimt fue premiado con la orden de Oro al Mérito del emperador Francisco José I
de Austria por sus trabajos en el Burgtheater de Viena. Se convirtió en un
miembro honorario de la Universidad de Munich y de la Universidad de Viena.
1892, marcó un antes y un después en la vida de Klimt. La muerte de su padre y
de su hermano Ernst le obligaron a mantener a la familia y afectaron a su
visión artística, que ya había ido girando hacia los nuevos estilos del Art
Nouveau y fue derivando hacia un estilo más personal. En esa época conocería a Emilie Flöge, propietaria de un salón de modas
que, a pesar de las relaciones del artista con otras mujeres, iba a ser su
compañera hasta el final de su vida. Klimt tuvo durante ese periodo al menos 14
hijos.
En 1894,
Klimt recibió el encargo de decorar el techo del Aula Magna de la
Universidad de Viena, pero el artista que terminaría la obra con el cambio
de siglo era muy distinto y su representación de la Filosofía, Medicina y
Jurisprudencia recibió duras críticas. Su obra se calificó de «pornográfica» al
haber cambiado el simbolismo y la alegoría por un lenguaje abiertamente sexual
e inquietante. No se llegó a mostrar en el techo del Gran Salón y años después,
las tres pinturas serían destruidas por los nazis.
La Secesión de Viena
Y es que
solo tres años después de recibir el encargo, en 1897, Klimt fundaría junto a
otros cuarenta artistas la Secesión de Viena. Sus objetivos eran
proporcionar a jóvenes artistas no convencionales, llevar a Viena obras de los
mejores pintores extranjeros y publicar su propia revista para mostrar el
trabajo de los miembros. Su símbolo, Palas Atenea, la diosa griega de las
causas justas, la sabiduría y las artes, sería pintada por Klimt en 1898.
De los
últimos años de 1890 son muchos de los paisajes a orillas del Attersee,
donde pasaba las vacaciones con la familia Flöge.
En 1902
terminaría el célebre «Friso de Beethoven» (1902) con motivo de la
decimocuarta exposición de la Secesión de Viena.
La «etapa dorada»
La «etapa
dorada» de Klimt, llamada así por su uso del pan de oro, se caracterizó por la
crítica y el éxito. Son los años de «Judith I» (1901), el «Retrato de Adele
Bloch-Bauer I» (1907) y su obra más icónica: «El beso» (1907-1908).
Klimt viajó
poco, pero en las visitas que realizó a Venecia y Rávena, se vio seducido por
los mosaicos bizantina que incorporaría a sus obras con oro e incrustaciones de
expresivos colores, en cuyos brillos efímeros y decadentes se escondía la
melancolía, el dolor y los deseos inalcanzados. En 1904, colaboró con otros artistas
en el lujoso Palacio Stoclet, la casa de
un rico industrial belga que se convirtió en uno de los más grandes monumentos
de la época modernista.
En 1911, se
expuso en la Exposición Internacional de Roma «La vida y la muerte»
(1908-1910) logrando un gran éxito, pero el artista no había quedado satisfecho
y en 1912 cambió el fondo de oro a azul.
Klimt murió
de un ataque de apoplejía en Viena en 1918, el mismo año que Otto Wagner y Egon
Schiele. Está enterrado en el cementerio de Hietzing. Ese mismo año
muriero.. Fue enterrado en el cementerio de Hietzing en Viena. Muchos cuadros
se quedaron sin terminar. Jamás se pintó a sí mismo: «No existe ningún
autorretrato mío. No me interesa mi propia personalidad como objeto de un
cuadro, sino más bien me interesan otras personas, en especial mujeres, otras
apariencias…estoy convencido de que como persona no soy especialmente
interesante», decía.
Hoy no solo
su obra despierta el interés de quienes se acercan a Viena. La última prueba es
la nueva muestra de la galería vienesa Belvedere en la que gracias
a la tecnología de Google Maps permite viajar con un iPad a los lugares donde
el artista amó, se inspiró, pintó e incluso fue enterrado.